CROMWELL.

Publicado en por cinemio



 

 


El filme inglés Cromwell, dirigido por Ken Hughes en 1970, se ha convertido, merecidamente, en un clásico del cine histórico en el sentido más riguroso del término. Nos ofrece, sin duda, una cuidada recreación de ambientes de época (de la nobleza y la "gentry" inglesa de mediados del siglo XVII y, en menor medida, de los grupos sociales inferiores). Pero es también un matizado relato visual, cronológicamente lineal y bastante fiel a la realidad histórica, del complejo proceso de la primera Revolución inglesa. Por lo demás, la magistral y eficaz interpretación de los dos "dramatis personae" claves del filme, Cromwell (por Richard Harris) y el rey Carlos J (por Alec Guinness), constituye un importante valor añadido para captar el interés y revivir un drama capital en la historia de Europa. Por ello, puede servir muy bien tanto de introducción a esa problemática como de reflexión y disfrute para quienes ya la conozcan.

El filme está centrado, en buena parte, en el gran personaje que da título a la película, Oliver Cromwell, quien tras la ejecución de Carlos I Estuardo (1649) y la proclamación de la República de Inglaterra, sería su Lord Protector, hasta su muerte el 3 de septiembre de 1658. Pero la película es bastante más que un relato biográfico-visual sobre la discutida y enigmática figura de Cromwell y no se limita a la época del interregno (1649-1660).

En cuanto al contenido temático-cronológico, el filme tiene una distribución bastante equilibrada. Veámosla. Una buena parte de él relata los conflictivos inicios, 1640-1642, del Parlamento Largo (llamado así por su gran duración), terminando con el arriesgado y frustrado intento de Carlos I de apresar a sus más significados líderes, intento que "empuja a la nación a la guerra" (en frase verosímil de Cromwell). Había que elegir: o el rey o el Parlamento.

A continuación, el bloque más extenso nos acerca al desarrollo, la complejidad y la tragedia humana de la guerra civil, desde el verano de 1642 hasta la muerte del rey en enero de 1649. Vivimos el entusiasmo religioso de los puritanos ("in God we trust"), que luchaban con el Parlamento; las fáciles victorias iniciales del ejército realista de los atildados "cavaliers" (caballeros); la batalla de Naseby, 1645, triunfo decisivo del ejército de los "roundheads" (cabezas redondas, rapadas), dirigido por Cromwell, y el dolor de éste por la muerte en el combate de un hijo.

Pero la película, lejos del maniqueísmo, nos presentará también la tierna despedida de Carlos I de su mujer (la francesa Enriqueta María) y de sus hijos, y su gallardía ante la muerte. Con ello gana en matices la figura del rey, cuya distante majestad y su doble juego en las negociaciones sobre su futuro personal (y el de Inglaterra), queda bien de manifiesto en otras escenas. De hecho, la contraposición de dos tipos humanos que encabezan dos causas políticas es una de las bazas de Cromwell.

Históricamente podría diferenciarse, en el bloque anterior, la etapa crítica de 1646-1649, en la cual, vencidos ya los realistas, surgen las tensiones entre las distintas corrientes de los parlamentarios, los radicalismos sociales y religiosos (que aparecen fugazmente en el filme y que serán en cambio el eje de otro: Winstanley) y las diferencias en cuanto al régimen a establecer y al trato con el rey.

Más adelante, en la última sección visual, podemos seguir los complejos problemas constitucionales de la subsiguiente etapa, l649-1653 (hasta el inicio del régimen del Protectorado y de una precaria estabilización política). Esta problemática se engarza en la vida de Cromwell, un "gentleman" rural del Cambridgeshire que rechaza la Corona y acaba gobernando personalmente, "de facto", con poderes superiores a los que había tenido Carlos I. La tumultuosa acusación de los parlamentarios disueltos de que Cromwell había instaurado una dictadura (cierta, en parte), también tiene su puntual trasunto en una de las últimas escenas.

Un sintético y breve epílogo mediante voz en "off' señala, finalmente, las realizaciones de los cinco años de gobierno de Cromwell como Lord Protector de la República (a costa de España, en el caso de la conquista de Jamaica y de Dunquerque, habría que acotar), alude a la Restauración de los Estuardo (Carlos II) en 1660 y se refiere al legado de la conflictiva etapa emblematizada por Cromwell en el advenimiento de las democracias parlamentarias.

Terminaremos nuestro recorrido por la estructura narrativa y contenido temático de Cromwell en "flash back", aludiendo a algunas escenas iniciales del filme y al amplio debate interpretativo sobre la Revolución inglesa (resumido recientemente en una obra de R. Richardson).

Un par de esas escenas nos introducen breve y eficazmente en una de las claves del conflicto que estallará al reunirse el Parlamento Largo en 1640: el choque entre la religiosidad del anglicanismo filocatólico de la Corte (visualizado en la liturgia y el fervor puritano y antipapista de Cromwell (a quien vemos apartar del altar, de un manotazo, candelabros y crucifijo). Esa confrontación será una clave interpretativa (a la que responde la etiqueta de "revolución puritana", asociada al historiador Gardiner y reactualizada por la historiografía revisionista reciente) que se retorna en distintos momentos en la película.

También asoma ya en ese prólogo la tendencia absolutista en el entorno cortesano de Carlos I (personalizada en Strafford), cuyo conflicto con el Parlamento por la soberanía es, con razón, uno de los ejes conductores interpretativos del filme, bastante en consonancia con la lectura "whig" (liberal) que ya hicieron Macaulay y Guizot.

La problemática del control de las tierras comunales (y con ello las claves socioeconómicas del conflicto) se insinúa asimismo en el escenario inaugural, pero no se acentúa en la narración posterior (la cual se distancia de la interpretación de Engels y de la escuela marxista de C. Hill).

De hecho ninguna de esas interpretaciones es excluyente, aunque no sean intercambiables, y Cromwell las tiene en cuenta, si bien da más énfasis, en mi opinión, a las dos primeras.

En todo caso, para debatir en profundidad sobre qué sucedió en Inglaterra (y también en Escocia e Irlanda), entre 1640 y 1660, así como sobre la persona y figura política de Cromwell, la película homónima es un excelente punto de partida. Pese a que sea ligeramente proclive a él y eluda temas particularmente escabrosos (para la opinión pública inglesa), como su durísima actuación en Irlanda. En el Cromwell de Ken Hughes, una narrativa bien dosificada (entre escenas de acción y diálogo, entre exteriores e interiores) se pone al servicio de una notable fidelidad histórica (en cuanto a acontecimientos y personajes) y de una lectura interpretativa matizada. Ken Hughes y sus colaboradores nos han ofrecido, en resumen, un filme histórico
muy británico, a la altura de su tema y de su personaje.

Etiquetado en Mis Clásicos.

Para estar informado de los últimos artículos, suscríbase:
Comentar este post