Los profesionales.
GODOJOS - (Zaragoza)
Cuatro mercenarios aceptan viajar hasta México para rescatar a una mujer. Cada uno hará uso durante la misión de singulares habilidades: Burt Lancaster como especialista en explosivos, Woody Strode en rastreo, Robert Ryan en la doma de caballos, y Lee Marvin como acreditado estratega por último. El esquema, arquetípico sin duda, se ha repetido en ocasiones incontables en el western y aun en el cine bélico; pero lo que ahora dota de calado a ese trillado argumento es la veteranía de los protagonistas, y más su pasado como combatientes zapatistas. Encontramos por tanto en sus rostros ajados, en sus vidas y memoria al fin, la huella de la transformación de un puñado de idealistas y revolucionarios en mercenarios sin más afán que el arriendo de sus habilidades y experiencia. Los profesionales (The professionals) se estructura en torno a un viaje de ida y regreso a México, y al tiempo hacia las motivaciones y quimeras desmanteladas. La narración de un desencanto, si lo prefieren.
La exquisita profesionalidad en su comportamiento los reviste con un halo romántico. La misión desvelará además las entrañas bajo su impávido exterior, tal vez con la excepción del personaje encarnado por Woody Strode, el más plano por así decirlo de los cuatro protagonistas. Y dicho desvelo, bajo forma de redención acaso, satisface los nudos de un guión escrito por el propio Richard Brooks y jalonado de brillantes diálogos. De Robert Ryan conoceremos su pasión por los caballos —son estúpidos, pero inofensivos— como reverso de su misantropía; con Burt Lancaster, en conversación con un Jack Palance herido, la decepción arrastrada por todo ideal revolucionario; y, ya del brazo de Lee Marvin, la sublimación de un código de honor significado aquí en un rizado desenlace. Y también el objeto de ese viaje, una mujer, precipita la catarsis. Una además como Claudia Cardinale, con la que en parte se redime la imagen, habitual en demasiados westerns, de la mujer como mercancía y carga y mero útil.
Los profesionales se descubren por tanto como semidioses, ángeles de una misión interpretada a la manera de una sublime melodía. Un cuarteto, si me lo permiten, al servicio de una composición que sólo cabe apreciar tras el abandono a una escucha distante, lejos al fin de cualquier pretensión —moral o de otra índole— distinta del más escrupuloso desarrollo de un encargo. Los profesionales, «westerns sucio» por excelencia, acierta así al iluminar la nebulosa bajo el sol mexicano, y más en el quiebro de la incómoda línea del desencanto —tengo un trabajo para ti. No perderás los pantalones, aunque tal vez sí la vida. Pero eso ¿qué importa?—; al refrescar, en fin, el gozo ante una pantalla, donde nunca se debiera juzgar sino por la pericia y profesionalidad de los ejecutores.
Fuente: Dos cabalgan juntos-Publicado por C. V. Moure