ALEJANDRO MAGNO.

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Alejandro  Magno

 

Proclamado hijo de los dioses por un oráculo egipcio, Alejandro Magno fue considerado ya en su tiempo el último gran héroe de Grecia, autor de hazañas sobrehumans como la conquista del dilatado Imperio persa, cuyos dominios se extendían desde Grecia hasta Pakistán. De este modo, el joven e invencible rey de Macedonia se rodeó de una poderosa aura mítica que el tiempo se encargaría de convertir en leyenda

Conquistador del mayor imperio de su tiempo, Alejandro perduró en la leyenda como autor de hazañas sobrehumanas. El joven rey de Macedonia cultivó esta dimensión rodeándose de un aura mítica. Alejandro no sólo estaba empeñado en emular a los más grandes héroes griegos, Heracles y Dioniso, sino también, al menos durante sus últimos años, en ser reconocido como un dios, tanto por sus súbditos asiáticos como por sus aliados griegos. Ya su padre, el rey Filipo II de Macedonia, tuvo la intención de colocar en su ciudad una estatua propia junto a las de los doce dioses, pero fue un gesto vano, pues fue asesinado poco después. Alejandro afirmaba que descendía de dos héroes míticos: Aquiles por parte materna y Heracles por el lado paterno. Pero incluso el título de héroe parecía modesto para una figura tan incomparable. Alejandro quería ser dios. Se consideraba hijo de Zeus y, siendo adorado ya como ser divino en sus dominios orientales, exigió de las ciudades griegas el culto a su persona como un «dios invicto». El ascenso de Alejandro Magno hacia la divinización tuvo su primer acto en el santuario de Amón en Siwa, en el desierto de Libia, en el año 331 a.C. Alejandro llegó al oasis gracias a la guía milagrosa de dos serpientes o dos cuervos, tras vagar sin rumbo cuatro días en aquellos inmensos arenales. El gran sacerdote saludó a Alejandro como hijo del dios Amón, al que los griegos habían identificado con Zeus, así que el macedonio pasó a considerarse hijo de Zeus Amón. Los historiadores han debatido mucho sobre este hecho: unos destacan el lado místico de Alejandro; otros ven en esta aventura una pr.emeditada propaganda política antes de avanzar hacia el corazón del Imperio persa. En todo caso, este episodio, con su halo enigmático, marcaría la imagen futura del rey macedonio. Alejandro había heredado el trono de Macedonia como hijo de Filipo, y por ello fue reconocido y aclamado como rey por los nobles macedonios. Supo jugar a mantener ambos padres, uno regio y otro divino, según sus conveniencias. Sin embargo, los macedonios veían a Alejandro como un príncipe más afortunado y audaz que otros, pero no como un héroe y aún menos un dios que estuviera por encima de ellos. En su larga marcha victoriosa hacia Oriente había llegado tan lejos como el divino Dioniso y había emulado con creces a su antepasado Heracles. Alejandro había cruzado el alto Hindu Kush, derrotado al rey Poro del Punjab y sus elefantes, surcado el caudaloso río, vencido el terrible desierto de Gedrosia y reinaba como soberano indiscutible de toda el Asia conocida por los griegos. Tras su muerte en Babilonia en el año 323 a.C., antes de cumplir los 33 años, Alejandro vivió para siempre en la leyenda como el último gran héroe heleno. Con el paso del tiempo, en torno a la figura de Alejandro Magno surgió toda suerte de leyendas, como la de su ascenso a los cielos en un carro tirado por dos grifos alados.

Etiquetado en Mitología e historia

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